CONCEJO DELIBERANTE DE LA
CIUDAD DE CÓRDOBA
LA VOZ DEL INTERIOR
Si la asistencia al Concejo Deliberante se rigiera por un régimen más o menos estricto, como el que registra y penaliza las inasistencias de los alumnos a las escuelas, varios ediles de Córdoba estarían al borde de quedar libres por exceso de faltas.
Las “chupinas” son moneda corriente en las sesiones habituales del cuerpo, pero se multiplican varias veces al contabilizar las reuniones de comisión, donde los ediles dicen desarrollar su labor más ardua, antes de llevar los temas a votación en el recinto.
Aunque ciertamente esto no es determinante, implica un elemento más a la hora de evaluar el desempeño de los ediles, al menos desde una mirada cuantitativa.
Salvo un par de casos puntuales en los que constan pedidos de licencias, otro dato saliente es que la inmensa mayoría de las faltas es “con aviso previo”. Esta situación tiene un correlato inmediato en sede administrativa: si justifican debidamente su inasistencia, los concejales quedan a salvo del correspondiente descuento en la dieta que cobran.
En 2010, el ranking de faltadores fue encabezado por el juecista Lucas Rodríguez, quien no fue a 14 de las 36 sesiones ordinarias contabilizadas hasta mediados de noviembre último. En su caso, el ausentismo es del 40 por ciento.
Muchas de esas inasistencias se originaron en la participación de Rodríguez en campeonatos de fútbol para ciegos, como integrante de Los Murciélagos, la selección nacional en esa disciplina.
Le siguen Olga Riutort y Miguel Siciliano, ambos del bloque Eva Duarte, con cinco y cuatro faltas respectivamente, además de la radical Carla Abugauch, con cinco. Luego se escalonan Fernando Masucci (independiente), con cuatro, y Virginia Pagnanini (giacominista), con tres.
Rodríguez superó ampliamente los registros que en 2008 habían puesto en el podio de faltadores a Riutort y a Ramón Mestre, mientras ambos eran jefes de sus respectivos bloques, con 10 y ocho faltas cada uno.
Este año Riutort mejoró sensiblemente su presentismo, mientras que Mestre ya no integra el Concejo, tras haber asumido como senador nacional.
Las estadísticas sobre ausentismo están disponibles en la página web del Concejo: www.cdcordoba.gov.ar.
Comisión sin quórum. Si bien las sesiones ordinarias son las que dan más visibilidad pública al trabajo de los ediles, las reuniones en comisión, donde se cocinan verdaderamente los proyectos de ordenanza, baten récords de ausentismo.
En este caso la condición de faltadores se reparte horizontalmente entre los integrantes de los diferentes bloques políticos, sin distinción.
Esa tabla es encabezada cómodamente por la oficialista Sandra Trigo, con nada menos que 32 inasistencias, seguida por la radical Carla Abugauch, que contabiliza 24 faltas.
Vale consignar que un mismo edil puede ser integrante de varias comisiones y que estas se reúnen generalmente una vez por semana. Justamente por las constantes faltas de sus integrantes, más de una vez no logran el quórum mínimo para poder funcionar.
Lucas Rodríguez también se anota en este rubro, con 22 faltas a las comisiones, seguido de cerca por Juan Rodríguez (giacominismo), con 19, y los radicales Marcelo Cossar (17) y Eduardo Conrad (16).
A fines de 2008, la difusión que este diario hizo del ranking de concejales faltadores de aquel año provocó la reacción de quienes lo encabezaban. Mestre cuestionó que se trataba de información “maliciosa” porque él había justificado sus ausencias, mientras que Riutort fue más lejos: dijo que si tuviera asistencia perfecta, “la mayoría ya estaría en cana, debido a la cantidad de hechos de corrupción que había detectado.
Comentarios
septuagenarioMiércoles 12 de Enero, 11:48
Sugerencia para LA VOZ DEL INTERIOR: Una vez oficializadas las listas, concejales, legisladores, etc., crear un sitio en la WEB con sus respectivos curriculum vitae; medios de vida amén de sus domicilios de residencia para que sus propios vecinos den fe de su honorabilidad, o no. De esta manera los electores podrán decidir a conciencia el destino 
No podemos postular representantes con un nivel intelectual deplorable y que solo midan en las encuestas por su exposición pública o la conmiseración que despiertan entre los electores.
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