sábado, 30 de octubre de 2010

TRAGEDIA Y SOJIZACIÓN

Publicado como comentario en La Voz
En nota sobre muertos en accidente por tormenta de tierra

A las cosas hay que llamarlas por su nombre. No podemos, como le acaban de atribuir a un intendente de la pampa húmeda, afirmar que le tragedia es obra del destino.
El hombre con su accionar, maltrata, destruye y aniquila la tierra. Y las fuerzas ciegas de la naturaleza se comportan en consonancia. Las grandes tormentas de tierra de los últimos años son consecuencia directa de la deforestación producida para ampliar la frontera agrícola. Las capas superficiales del humus se desprenden de la superficie por la acción incluso de vientos moderados. En último análisis, el afan desmedido de lucro, la ganancia inmediata, la necesidad de recaudar, están a la cabeza de una cadena más amplia de responsabilidades. Para ser más claros, funcionarios –por lo permisivos–, propietarios y arrendatarios obnubilados por las diferencias monstruosas de ganancias como consecuencia de una cotización histórica en especial de la soja.
Muchos olvidan o desconocen que el manto útil para los cultivos, se va degradando aceleradamente. En pocos años habrá disminuido su espesor por los efectos eólicos o habrá perdido su capacidad germinativa por no dejarla descansa o efectuar rotaciones de siembra. El antiguo Testamento establecía que cada siete años debía dejarse a la tierra descansar. ¿Eran más sabios o no los seducía la riqueza desmedida? La tierra, como el agua potable, no se autoreproduce. Entonces, ¿Qué le dejarán a los hijos o a los descendientes? Presumo que un páramo desolado y gris. Y ahí vendrán las puteadas de los nietos.

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