sábado, 30 de octubre de 2010

¿QUIÉN ACUSA?

La Voz de hoy en nota por la muerte de Kirchner

1.- ¿Y qué pretenden algunos? Que los políticos, como tantos otros especímenes de la jungla humana ¿se comporten al modo como nos embaucan con los santos de la Iglesia o los próceres patriotas de los manuales escolares?. Los hombres, todos, actuamos en sociedad según nuestros intereses inmediatos, pasiones más o menos controladas, apetencias hasta desenfrenadas, cálculos sigilosos, etc., etc.
¿Quién es tan transparente como para apuntar con el índice? Hasta el mismo Jesús, si leemos desapasionadamente los evangelios, no era un niño de pecho precisamente. Al menos en su condición humana.


2.- Kirchner no era el tipo de seres que esperan a la muerte temerosos. Van a su encuentro con desenfado y hasta victoriosamente. De hacerle caso a sus médicos, pudo tal vez ganarse un tiempo módico por estos lares y despedirse apaciblemente pero sin la espectacularidad de su partida presente. Muchos al pasar frente a su féretro blandían la V de la victoria y proclamaban escenarios extremos. Atender ha este dato: muchísima gente joven y no precisamente compungida ni silenciosa. Así vivió y tal murió. Edmundo R. Arias se me adelanto en algunas apreciaciones que comparto y por lo tanto obviaré.
La oposición –los de adentro y los de afuera– se quedaron amagando al vacío. ¿Y ahora? Antes que reaccionen del sofocón, se reacomoden y encuentren un nuevo enemigo, pondrán en evidencia que sólo los empujaba la histeria que les provocaba alguien que siempre estaba dos pasos adelante. Kirchner, como El Cid, los va a seguir boxeando aún después de muerto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario